Cuando pensamos en sostenibilidad lo primero que se nos viene a la cabeza es la naturaleza, plantas, animales, etc. Por lo que la respuesta más obvia a la pregunta sería que vivir en el pueblo es la opción más sostenible.
Hoy vamos a descubrir si esto es realmente así o si tenemos que replantearnos lo que significa un estilo de vida sostenible.
Empecemos analizando la vivienda
Las ciudades son núcleos de población compactos donde encontramos que sus habitantes viven en pisos de un tamaño moderado o pequeño y que forman parte de un bloque de pisos de varias plantas. Estos pisos son mucho más fáciles de calentar que una casa unifamiliar en medio del campo, ya que aprovechan unos el calor de otros para mantener sus casas calientes y además se aíslan del frío y del calor al no dar todas sus fachadas al exterior. Reduciendo así las emisiones de gases de efecto invernadero producidas por esa calefacción. Por otro lado, estos pisos suelen carecer de jardín, por lo que no necesitan gastar agua para regarlo, frente a las grandes cantidades de agua que se necesita para mantenerlo.
Ventajas de la agrupación de personas
El hecho de que haya tantas personas viviendo juntas en un bloque de pisos no solo hace que sea necesario una menor explotación del suelo para viviendas, sino que también facilita la gestión de residuos de todas ellas. Además, el sistema de contenedores de reciclaje es más fácil que funcione en estos pisos ya que es fácilmente accesible para todos. Mientras que en el pueblo a veces es necesario el uso del coche para llegar a los contenedores de reciclaje, dificultando que las personas practiquen la separación de residuos.
Al estar más concentradas, las zonas urbanas también ofrecen más facilidades en cuanto a transporte público, haciendo más fácil que la gente utilice el transporte público para ir a trabajar o vayan a pie a los sitios ya que tienen gran cantidad de comercios cerca. En los pueblos las oportunidades laborales son reducidas por lo que suele ser necesario utilizar el coche para llegar a los puestos de trabajo, los comercios y tiendas también pueden encontrarse a distancias alejadas y también hace falta utilizar el coche para llegar a ellos. Esta dependencia al coche hace necesario comprar uno, algo que no apoya la sostenibilidad, y su uso en tareas cotidianas añade cantidades de dióxido de carbono al aire que de otra manera en la ciudad no se añadiría.
¿Qué pasa con la alimentación?
En las urbes también encontramos más ofertas de productos sostenibles que en los pueblos. Y es que las nuevas ofertas de productos como comida vegana o restaurantes vegetarianos son introducidos normalmente primero en estos lugares.
Cuando se vive cerca del campo es posible comprar productos locales en los mercados de los agricultores asegurándote así de la procedencia de los mismos, pero eso no significa que estos agricultores sean siempre sostenibles, sino que pueden utilizar pesticidas y un método de cultivo de explotación no sostenible de la tierra. Mientras que en las ciudades hay tiendas especializadas en alimentación sostenible y cada vez es más fácil encontrar alimentos bio en tiendas y supermercados normales.
Ciudad Vs. Pueblo
Con esto no queremos decir que vivir en el pueblo sean todo cosas negativas, en el pueblo podemos encontrar otras ventajas.
Las ciudades están más modernizadas por lo que consumen más electricidad para hacer funcionar carteles, iluminación de escaparates o dispositivos inteligentes.
La vida en el campo es más lenta por lo que el consumo también se ralentiza. Debido al estrés de la ciudad y lo deprisa que viven sus habitantes el consumo también tiende a acelerarse.
La vida en la naturaleza
La conexión con la naturaleza es mucho más fuerte en los pueblos. Es más fácil plantar árboles, es posible tener huertos ecológicos en los jardines y la conexión de los niños sienten allí con la naturaleza puede impulsarlos a realizar actividades para cuidarla y preservarla.
En la ciudad la contaminación acústica, lumínica y la polución del aire contribuyen a tener un estilo de vida más estresante y favorece que surjan enfermedades en niños y adultos.
Conociendo todo esto podemos concluir que no es importante el dónde se vive sino el cómo se vive. Lo importante es aprender a tener un estilo de vida más consciente donde adquiramos hábitos ecológicos y sostenibles para hacer así que nuestro hogar y nuestro día a día tengan el menor impacto posible en la naturaleza.
Vive tu mejor vida
Algunos hábitos para comenzar a hacer tu hogar más sostenible son:
- Lavar la ropa con agua fría y no utilizar la secadora.
- Instalar paneles solares.
- Cambiar tus bombillas por unas LED.
- Aislar bien ventanas y puertas.
- Utilizar un termostato programable.
- Reciclar.